La discriminación que afecta a las personas trans es una de las más graves en Chile y en el mundo, pues el rechazo y la incomprensión la sentimos desde temprana edad, en nuestras propias familias. Luego en el barrio, en los colegios, en los trabajos y ante la casi totalidad de los organismos públicos y privados del país.
Sólo desde el 2002 se comenzaron a contabilizar los casos de discriminación a lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI), conociéndose un total de 3.137 denuncias hasta el 2018.
Del total de denuncias por abusos a la diversidad sexual, el 15% ha afectado en forma exclusiva a personas trans. Una cifra altísima por varias razones.
En primer lugar, sólo el 8% de las personas LGBTI nos atrevemos a reclamar abusos, por tanto las denuncias conocidas están muy por debajo de la realidad.
Además, gran parte de la población trans en especial las mujeres, se auto-marginan de los establecimientos educacionales producto de la presión social, y no acceden a trabajos, pues de antemano; es decir antes de postular; se asume, con justa razón, que ese derecho será negado.
En consecuencia, y aunque hubo un incremento en 2017 y 2018, no existen muchas denuncias por hechos de discriminación laboral o educacional, simplemente porque la marginación es estructural. Es decir hay una (auto)exclusión a priori antes de la ocurrencia de un hecho puntual de abuso. Como resultado de la falta de oportunidades, más del 80% de las mujeres trans ejerce el comercio sexual.
Por último, y de acuerdo a cifras internacionales extrapoladas a Chile, en nuestro país habría por lo bajo unos 266 hombres transexuales y unas 717 mujeres transexuales que han asistido a un recinto médico. El número de quienes no han concurrido es desconocido para todas las cifras internacionales
Pues bien, aunque multiplicáramos por 10 las cifras anteriores, el hecho de que la población transexual acumule el 13% del total de abusos contra la diversidad sexual es una cifra alarmante, dado que un millón y medio de personas serían lesbianas, gays, o bisexuales en nuestro país.
Los abusos son gravísimos también desde análisis cualitativos, pues a la marginación familiar, educacional y laboral, se suman agresiones físicas brutales que en muchos casos terminan con la vida de la personas trans o las dejan con graves secuelas.
Así de cruda es la realidad trans. Así de urgente entonces es movilizarnos siempre para terminar con los atropellos y contribuir a que las nuevas generaciones accedan a derechos ahora negados.