Movilh: “Gabriela Mistral es parte de nuestro amor y de nuestra historia”
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El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) ha conocido con emoción el texto “Niña Errante”, una publicación de la Biblioteca Nacional y Random House-Mondadori que abarca las cartas de amor escritas a Doris Dana entre 1948 y 1956 por nuestra Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral.(Opinión)
El contenido de las misivas revela, por donde se mire, el amor entre dos mujeres y ello lejos de ser censurable, polémico o repudiable, es una hermosa realidad que da cuenta integral, y no acomodaticia, de la vida de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga.
Un aspecto de su vida que incluso gran parte de quienes se han especializado en la obra de Mistral con el intento de perpetuarla como un regalo para nuestra literatura han intentando ocultar, distorsionar o bajarle el perfil, como si el amor que inspiró cada una de sus letras pudiese editarse, borrarse de su historia.
En una de sus cartas a Doris, Mistral bien lo dice: “A mi edad, se sabe una cosa que los jóvenes parecen ignorar: que es preciso vivir la dicha hasta que ella se va o se agota; que es estúpido abandonarla por lo que sea: negocios, cortesías familiares, turismo, etc. Que lo divino no se ha de romper, quebrar, postergar. Porque todo daña al amor, excepto él mismo”.
Y de seguro, en la época que Mistral vivió, todo, absolutamente todo fue en contra de su amor hacia Doris, menos el amor mismo. El amor que le dio nuevas energías. “Cuando llegaste, yo no tenía nada, parecía desnuda, y saqueada, paupérrima, anodina como las materias más plebeyas”, dice Mistral a Doris.
Al conocerse estas preciosas misivas, quienes incluso se muestran no escandalizados por el amor lésbico entre estas hermosas mujeres, salen al paso señalando que ello es irrelevante, por cuanto no afecta su calidad literaria.
La apreciación es confusa por cuanto en cada escrito de Mistral hay humanidad, una humanidad nacida de su propia historia y donde el amor lésbico está presente, pues las personas son integrales, constituidas por muchas caras y no sólo una. Si faltara una, no serían las mismas, sino otras.
En otras palabras, Mistral no fue buena escritora por ser o no lesbiana, ni tampoco su calidad se afecta por eso. Pero sin duda su calidad y sensibilidad serían otras si no estuviera involucrado el amor lésbico, condenado por la sociedad
A 18 años de nacida nuestra organización, el conocimiento de estas cartas marca un nuevo hito en la historia de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, reconfigurándose y delimitándose un pasado hasta ahora difuso y que sale a luz para decir que las minorías sexuales estamos en todas partes y en todos lados aportamos al desarrollo de nuestro país y su cultura.
Las cartas entre Mistral y Doris ponen en jaque al conservadurismo, en un país donde aún los docentes son impedidos de ejercer su labor en razón de su orientación sexual. En un país donde el amor lésbico aún debe ocultarse, pero que en ningún caso la relación entre dos mujeres afecta la contribución a nuestra sociedad, en especial en el plano educacional. ¿O acaso alguien ahora se negaría a que Mistral ejerciera como profesora?
No es, en consecuencia, sólo el amor entre dos mujeres lo que explicitan estas hermosas y emocionantes cartas, sino también la idoneidad de toda persona para desenvolverse y contribuir a la sociedad, al margen de la orientación sexual, así como la valentía para mantenerse firme en lo que dicta el corazón.
Hoy para el movimiento de minorías sexuales se inicia un nuevo camino y Mistral, lo quieran o no algunos, es parte de nuestra historia, pues comparte nuestro amor y lo dignifica a través de la belleza y genialidad de sus obras.
Lo que en definitiva los chilenos y chilenos debemos cuestionarnos es por qué razón el amor homosexual debe seguir oculto, censurado, restringido o mutilado ¿Por qué, si al final ya está demostrado que todas las personas, al margen de su orientación sexual, debemos ser iguales en dignidad y derechos?
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El Mercurio (las cartas de amor)