En reunión a larga distancia con organizaciones LGBTI de diversos países.
En la video-conferencia participaron activistas LGBTI de organizaciones de El Salvador, México, República Dominicana y Colombia, así como el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) de Chile.
En la ocasión, el Movilh relató que el Censo, la Encuesta Nacional de la Juventud, algunos estudios de la Superintendencia de Educación y del Ministerio Secretaría General de Gobierno, han levantado estadísticas sobre las parejas del mismo sexo o las personas LGBTI.
De igual manera, explicó el Movilh a Borloz-Madrigal, la Encuesta Nacional de Caracterización Socioeconómica (Casen) ha incorporado consultas sobre la realidad LGBTI, pero “la metodología aplicada ha sido errónea, y las cifras arrojadas no representan en nada la realidad. De ahí la importancia que el levantamiento de estadísticas de este tipo cuente con la asesoría, participación y colaboración de los movimientos LGBTI”.
Expuestos loa antecedentes de diversos países, Borloz-Madrigal elaborará un informe para sugerir a los Estados medidas tendientes a generar estadísticas o a mejorar las metodologías ya existentes de recolección de datos.
En su convocatoria a grupos LGBTI, Borloz-Madrigal precisó que “se necesitan datos para comprender la naturaleza y el alcance de la violencia y la discriminación contra las personas LGBT, disipar los mitos y estereotipos que alimentan el estigma y la discriminación, y ayudar en la formulación de medidas estatales que incorporen a las comunidades pertinentes”
De todas formas alertó que, en algunos países, la “información sobre la sexualidad y el género de una persona sigue siendo altamente estigmatizante. Las personas LGBT siguen siendo vulnerables a los riesgos asociados con la recopilación, el mantenimiento y uso de datos. En los países en los que la conducta homosexual está tipificada como delito, las leyes y políticas se utilizan para discriminar a las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero y de género no conforme, o el estigma y los prejuicios son endémicos, las probabilidades de que las víctimas se atrevan a denunciar los abusos son muy bajas, por temor a ser perseguidas judicialmente, sufrir estigmatización, represalias o victimización, o porque no quieren que se revele públicamente su orientación sexual o identidad de género o debido a la falta de confianza”
“Incluso en entornos progresistas, la preocupación por que haya una regresión puede disuadir a las víctimas de interponer denuncias. Además, actualmente no existe una definición aceptada a nivel mundial, ni un esquema de clasificación internacional, que facilite la comparación internacional de datos entre subpoblaciones según la orientación sexual y la identidad de género”, finalizó.