Por primera vez un adolescente demanda el cambio de su nombre y sexo sin autorización legal de su familia

“Siempre sentí que era un niño, pero tenía miedo de decepcionar a mis padres. Viví un sinfín de problemas en mi familia y en el colegio (..) intenté suicidarme con unos medicamentos”, relató el joven que busca sentar un precedente en tribunales en momentos que el Congreso  discute la Ley de Identidad de Género.

 

Con el patrocinio del abogado Francisco Figueroa y el respaldo del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh-Valparaíso), un adolescente de 17 años, Thiago Alonso Curado Baeza, presentó hoy en el Juzgado Civil de Valparaíso una demanda para cambiar su nombre y sexo legal, tras padecer diversos episodios de discriminación y un intento de suicidio.

Se trata de la primera solicitud de rectificación de partida de nacimiento efectuada por un menor de 18 años sin la autorización legal de sus padres y/o representantes, aún cuando en la actualidad su familia respalda el paso que el joven está dando.

Figueroa explicó que la solicitud se fundamenta en la «dignidad y libre desarrollo de la personalidad, en la no discriminación, en la libertad, en el respeto a la vida privada, en la integridad física y psíquica», entre otros derechos garantizados por las leyes chilenas y diversos tratados y resoluciones internacionales.

El dirigente del Movilh-Valparaíso, Diego Ríos, explicó que “las y los jóvenes LGBTI pasamos por distintos procesos, siendo la más afectada la población trans, que debe retrasar su desarrollo cuando no cuenta con el apoyo familiar. De ahí que Thiago, en solidaridad con otros jóvenes trans rechazados por su familia, ha decidido presentar esta acción legal sin la autorización formal de sus padres. Su familia ha apoyado esta decisión, también en solidaridad con otros niños y niñas trans”.

En efecto, el 59,17% de la población trans tiene conciencia de su transexualidad antes de los 10 años y el 25,9% entre los 11 y 15 años, según al Encuesta Identidad aplicada por el Movilh a 326 personas.

Producto de toda la presión social y discriminación, el 52.1% de la población trans dice que se ha hecho daño a sí mismo/a, mientras que el 19,6% indica que pensó en auto-agredirse, pero finalmente no lo hizo.

El auto-daño se expresa en “cortes en zonas de mi cuerpo” (45.6%), intento de suicidio (35%), no comer (29.3%), formas inseguras de expresar el género, como vendajes restrictivos (25.9%) y consumo abusivo de drogas (24%)

El 46.7% de la población trans se infligió por primera vez algún tipo de daño entre los 11 y 15 años, el 7% entre los 5 y 10 años; el 15% entre los 16 y 20 años y el 3% entre los 21 y 30 años

La acción legal tuvo lugar a dos días de que la Comisión Mixta despachará un proyecto de ley de identidad de género que permite el cambio de nombre y sexo legal a niñas, niños y adolescentes, estableciendo derechos distintos para menores y mayores de 14 años.

La incorporación de niños y niñas en a ley de identidad de género es rechazada por distintos sectores políticos, lo cual es lamentable porque se están desconociendo los derechos de las personas trans durante su infancia.. Además la incorporación de los menores de 18 años requiere 4/7 (25 senadores y 89 diputados) para ser ratificada por el Senado y la Cámara de Diputados. De ahí que la demanda de Thiago es particularmente relevante para el período actual de tramitación de la ley y para sentar una nueva jurisprudencia”, añadió Ríos.

 

Testimonio de Thiago

A continuación el Movilh reproduce el testimonio dado por Thiago para solicitar la rectificación de su partida de nacimiento.

“Desde que tengo 11 años, he sido conocido por mi comunidad (familia y amigos) como lo que soy: un hombre. Esta situación se explica producto de que soy una persona transgénero masculino y vivo.

Hago presente que no sólo yo reconozco mi sexo como masculino, sino que también mi entorno. Puesto que soy conocido como Thiago Alonso Curado Baeza.

Desde que tengo conciencia de mi mismo sentí que algo no estaba bien conmigo. Al principio no sabía bien qué era lo que me pasaba, solo me sentía extraño cuando me llamaban por mi nombre, frente a lo cual yo me preguntaba constantemente si se trataba realmente de mi o de otra persona.

Mis padres siempre me trataron como una niña: me vestían como tal, me compraban muñecas y me maquillaban como una niña, sin embargo, desde pequeño siempre sentí que era un niño pero tenía miedo de decepcionar a mis padres si lo decía.

Así pasó el tiempo y fui creciendo como una persona distinta a la que yo creía ser, disimulaba ser una niña feliz cuando no lo era, solo para no desilusionar a mi familia. Recuerdo que la situación empeoró cuando mi cuerpo empezó a cambiar; me creció el pecho y tuve mi primera menstruación, recuerdo con mucha claridad ése momento porque no sabía cómo reaccionar, los demás niños me miraban extraño; salí corriendo y gritaba diciendo que esa no era yo. Esta situación se sumaba a cuestiones tan cotidianas como ver televisión y escuchar a gente adulta que discriminaba a las personas transexuales: fue horrible.

Esta situación de fingir ser una niña duró algunos años por temor a que me miraran distinto, sin embargo, al mismo tiempo el sufrimiento y el dolor que me provocaba mantener una apariencia equivocada de mi persona, terminó por fortalecer mi carácter hasta decidir ser simplemente quien yo quería, asumiendo todos los costos que ello me podría significar. Por ello, comencé a cambiar mi forma de vestir; usaba pantalones anchos, polerones y otras prendas que usan los niños para vestir.

El querer ser niño me trajo un sinfín de problemas, ya tanto en mi familia como en el colegio. En mi familia me criticaban porque era muy masculino; mi madre siempre quiso que yo fuera más femenino, sin embargo en el colegio fue todavía peor: los niños hablaban mal de mí todos los días; me gritaban lela (lesbiana) y me apodaban maricón tres plumas, entre otros malos tratos siempre orientados a ofender mi masculinidad. Esta situación –criticas en su momento- llegó a su límite cuando intenté suicidarme con unos medicamentos, sin embargo, felizmente una buena amiga pudo socorrerme y me hizo vomitar todo los medicamentos y pude salvarme. Esta amiga fue muy importante, toda vez que cuando me vio así, me dijo que ella me quería tal y como yo era. Agregó que la culpa no era mía sino de las personas que no me aceptaban e insistió en que conversara con mi familia a lo cual accedí.

No solo fue una decisión compleja contarle a mi familia que yo era transexual, aún más lo fue que entendieran de qué se trataba la transexualidad. Es más, mi familia reaccionó llevándome a distintos psicólogos para saber lo que me ocurría. Varios psicólogos le dijeron a mi familia que era absolutamente innecesaria la intervención de una terapia toda vez que resultaría inútil intentar cambiar mi transexualidad. Sin embargo, mi familia siempre hizo caso omiso a estos consejos profesionales y luego me llevaban donde otro especialista para saber si podía haber otra respuesta; en su concepto, “sanarme”. Esta situación fue un proceso difícil para mí en el sentido de no encontrar todo el apoyo que esperaba de mi familia.

Actualmente mi familia me acepta tal cual soy; sin cuestionamientos. Como ya lo señalé, mi problema actualmente se radica en el trato que la sociedad tiene conmigo, particularmente en aquello que dice relación con las distintas instituciones tanto públicas como privadas, en las cuales por razones formales, me siguen llamando por otro nombre y no de Thiago que es el nombre con el que identifico mi género y persona”

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