El frontal líder del Movimiento de Liberación Homosexual, Movilh, el activista más tenaz de la causa gay de los últimos 20 años, y uno de los artífices de la Ley Zamudio y del recién publicado Nicolás tiene dos papás, el primer cuento infantil chileno inspirado en una familia homoparental, fue en su juventud un comunista del ala militar al que el partido marginó por ser gay. Hoy trabaja 24/7, no toma vacaciones y vive al lado de la organización que lidera, por si se presenta algún contratiempo que salir a denunciar o defender.
Por Roberto Farías / Fotografía: Rodrigo Chodil y Roberto Farías
El miércoles 7 de octubre, cuando el Senado votó el Acuerdo de Vida en Pareja (AVP), fue uno de esos días en que Rolando Jiménez se levantó al amanecer; Porque es puntual hasta la muerte. A las 10 de la mañana ya estaba en el Congreso para el debate que empezaría recién a las tres de la tarde. Y no es que fuera a descansar a las gradas: se pasó las siete horas que duró el debate en el senado, tuiteando, dando declaraciones, opinando y, a veces, sacudiendo una bandera.
Rolando Jiménez (54) es así, como un soldado. Ha estado presente en casi todos los hitos con que el activismo gay se abrió paso entre los prejuicios y el rechazo de la sociedad chilena. Tanto así que si algún día se hace la película con la historia del activismo gay chileno al estilo de Filadelfia, Milk o la reciente The Normal Heart, –esas películas gringas que narran las peripecias de los activistas gay al despuntar el Sida en los 80–, Jiménez estaría en numerosas escenas: marchando enmascarado en la primera marcha gay en democracia; debatiendo en el Parlamento; abriendo causas judiciales; o funando a periodistas, generales y curas. Hasta llegar al 7 octubre de 2014 en que ante una muchedumbre de micrófonos celebraba la aprobación del Acuerdo de Vida en Pareja.
¿Pero quién es realmente este hombre de bigotito y lentes?
Los viernes la sede del Movilh en calle Coquimbo, parece como esas consultas del brujo del pueblo. “Rolando Jiménez está atendiendo público” susurra la secretaria. Le hacen guardia madres con sus hijos; liceanas lésbicas; jóvenes profesionales ofreciendo o buscando ayuda; algunos transexuales buscando consuelo. Una radio comunitaria, una revista de estudiantes. Todos esperando hablar con el paladín de los homosexuales en Chile: Rolando Jiménez
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